Ánsar se quedó atónito por un momento y no contestó, sólo sonrió.
Huntley se dio la vuelta y dijo: —He oído que el presidente Ramírez tiene en su casa unas plantas muy valiosas y raras, y ahora están de temporada, ¿así que me pregunto si tendría el placer de verlas?
—¡Claro! —Ánsar contestó a toda prisa—.¡Alteza, por aquí!
Huntley siguió a Ánsar para ver las flores, riendo y bromeando, y Hera se endureció al ser dejada atrás por los dos.
—¡Alteza, perdónelos! —La consoló suavemente la doncella que estaba a su lado.
—¡Je, no los tengo en cuenta! —Hera se mofó—. ¡Soy la reina del futuro, si se atreven a despreciarme así, se arrepentirán después!
—¡Sí, tenemos tiempo! —La doncella le guiñó en silencio, indicándole que mirara hacia la ventana.
Hera se acercó a la ventana y oyó risas de fuera. Las dos figuras que estaban a la piscina, eran Soledad y Daniel...
La finca de la familia Ramírez estaba cerca de una selva, con piscinas pegadas a calas. Había palmeras a las orillas y las flores tra