Los ojos grandes de Lucía se giraron y enseguida comprendieron quién vendría.
—¿La tía no se rendirá?
Polo rió suavemente: —¿Qué te parece?
Lucía enarcó una ceja y puso cara de impotencia.
Patricia pudo entrar en la familia Brown a pesar de estar divorciada y tener un hija, no habría llegado tan lejos si hubiera sido una dejadora fácil.
Lucía asintió, acarició la cara de Polo y sonrió: —¡Entonces me vuelvo a dormir un rato y dejo las cosas aquí en las plenas manos de Superman Polo!
—De acuerdo, señora.—Polo sonrió, diciendo esas palabras en voz baja.
Todo era como él esperaba.
Lucía acababa de regresar a su habitación cuando sonó el timbre de la puerta y, al cabo de unos instantes, el mayordomo se presentó:
—Señorito, la señora Patricia y la señorita Sonia están aquí, ¿quiere verlas, señorito?
Polo levantó los ojos y enganchó ligeramente los labios.
Patricia y Sonia habían estado esperando abajo, en el salón.
Polo vio la cara de ambas al bajar las escaleras, ansiosas, inquietas y aterr