Queridos lectores. Lamento no haber publicado capítulo ayer. Estaba dándole finalización a una de mis novelas. Mañana subiré 2 de esta historia en compensación. 🤗💚
La continuación en la recepción, sin baile de los novios, por la reciente molestia que el CEO Robinson venía experimentando en su pierna. Un hecho que no pasó desapercibido para los invitados, pero por supuesto, nadie se atrevió a hablar del tema, sobre todo porque la discapacidad de Franklin, era obvia. Mientras Emily intentaba procesar sus emociones, una mujer se acercó a ella con una sonrisa cálida. —Hola, soy Isabella Howard, pero puedes llamarme Isa —dijo la mujer pelirroja, extendiendo la mano. Emily la miró, sorprendida. —¿Isabella Howard? La esposa del CEO Howard, ¿verdad? Isabella asintió, su sonrisa se amplió. —Sí, ese mismo. Hemos conocido a Franklin desde hace años. Siempre ha sido un buen… Amigo. Emily sintió una mezcla de admiración y sorpresa. —Es un placer conocerte. —El placer es mío —respondió Isabella, su tono amigable—. ¿Cómo te sientes en tu gran día? Emily suspiró, sintiendo que un nudo se formaba en su garganta. —Es un poco abrumador —respondió de
—Estoy… Un poco afectado. Probablemente adelanten mi cirugía —le confesó el CEO Robinson. Emily sintió un hormigueo en su estómago. Lo que parecía ser una conversación casual y amistosa, se tornaba incómoda para ella. ¿Por qué Franklin no era tan expresivo con ella a como con Isabella? ¿Quién era esa mujer? Se preguntó si había algo más entre ellos, alguna conexión que ella no conocía. —Me he estado sintiendo un poco abrumado —continuó Franklin, su voz más baja—. No es fácil para mí estar en el centro de atención por esta m@ldita discapacidad. Isabella asintió, mostrando que él tenía toda su atención. —Sabes cómo soy, esto me fastidia como no tienes idea —expresó el CEO Robinson, desahogándose—. Y sin embargo, no hay nada que pueda hacer. Sé que el culpable de mi discapacidad, mi hermano, salió de la prisión de Miami. Tiene que pagar, pero mi gente lo busca sin éxito. —Entiendo —dijo Isabella, acercándose un poco más a él—. Pero eres fuerte, Franklin. Todos lo saben. Solo
Emily despertó en la habitación matrimonial, el aire lleno de una tensión que apenas podía soportar. La luz tenue de las lámparas apenas iluminaba el espacio, creando sombras en las paredes. Se sentó en la cama, los recuerdos de la conversación que había escuchado la azotaban. Franklin estaba en el sofá individual de cuero frente a ella, con una copa de vino en la mano, su mirada perdida en el vacío. El sonido del cristal al chocar con sus labios resonaba en la habitación, un “clink” que parecía burlarse de su dolor. Emily sintió cómo una oleada de rabia y tristeza la invadía. —¡Franklin! —gritó la mujer pelirroja, levantándose de la cama, las lágrimas cayendo por sus mejillas—. ¡Eres un monstruo! ¡Lo escuché todo! —soltó Emily con voz quebradiza. Franklin levantó la mirada lentamente hacia ella, su expresión gélida. —¿Qué esperabas? —respondió ese CEO, su voz llena de desdén—. Lo has escuchado todo. No tengo nada que añadir. Emily sintió que el aire se le escapaba de los
—¡NO PUEDE SER! ¡Eres una ESTÚPIDA, Emily! ¡Me avergüenza ser tu madre! —doña Ava gritaba con furia, caminando de un lado a otro en la amplia sala principal de la mansión Robinson. Emily, sentada en un sofá largo y lujoso, abrazaba sus piernas con fuerza, hundiendo su rostro entre sus rodillas. Las lágrimas caían como un torrente incontrolable, y su pecho se sentía pesado. Se sentía devastada, como si el mundo se hubiera desmoronado a su alrededor. Era una pesadilla de la que no podía despertar. La noche que debería haber sido perfecta se había convertido en un infierno. Su esposo no solo no la amaba, sino que estaba atrapado en un amor imposible por una ex que ya estaba casada y tenía hijos con otro hombre... Al menos, hasta donde creía Emily. Él le había dejado claro que no la dejaría ir, que tenía el control absoluto sobre su relación y su vida. Y ahora, para colmo, estaba siendo atendido de emergencia en la habitación, y un pánico helado la invadía. ¿Qué pasaría si algo l
✧✧✧ Más tarde. En una habitación VIP, en el hospital privado. ✧✧✧ ¡CLACK! Emily entró de golpe en la habitación, su corazón latiendo con fuerza y su mente en un torbellino de emociones. Y ahí estaba él… Su esposo yacía en la camilla, luciendo agotado y… furioso. La expresión en su rostro era más fría de lo que ella había visto antes. Emily, que se había cambiado rápidamente, llevaba aún el mismo peinado y las zapatillas de su boda, pero la noche había sido larga y difícil para ambos. Habían pasado por tanto. —No haga esfuerzo con su pierna izquierda, señor Robinson. La operación es mañana. Necesita descansar esta noche —dijo el doctor, antes de salir, dirigiendo una rápida mirada a Emily, quien asintió en silencio. Los recién casados quedaron solos, el aire entre ellos pesado. —¿Cómo estás, Fra…? —¿Ya estás feliz? —interrumpió Franklin, sin dejar que ella terminara la frase. Emily se sorprendió, bajando la mirada y sintiéndose culpable. —Fue un accidente… Yo no quería… T
✧✧✧ La mañana del día siguiente. En la ciudad de Los Ángeles. ✧✧✧ Los cristales de la elegante oficina dejaban entrar una suave luz del día, aunque opacada por los altos edificios que rodeaban el club. Un hombre vestido con un traje impecable, sentado con las piernas cruzadas y el teléfono móvil en mano, reía con malicia. —¿Una operación? Sería perfecto que muriera en el maldito quirófano. Pero… no hay forma de burlar su extrema seguridad —dijo el hombre de cabellera rizada y rubia, arrugando el rostro con desagrado mientras continuaba hablando—. Es una pena. Mi propósito en Los Ángeles es su ruina. Hay un idiota que parece tener suficiente odio como para usarlo en mis planes. El esposo de la pelirroja con la que se casó, "una copia de Isabella", diría yo. Bueno… mi hermano mayor siempre ha tenido gustos… digamos, peculiares. Tock~ tock~ En ese instante, alguien comenzó a golpear la puerta. El dueño del club exhaló y terminó la llamada. —Pasa. La secretaria, deslumbrante en un
Emily se quedó en silencio. No podía creer que su tío pensara en "ese plan", en un momento como el que ella estaba viviendo. ¡Estaba recién casada!, y el día que tenía que ser uno agradable tras su boda… Estaba en el hospital, esperando noticias de su esposo. —Lo haré… A su tiempo… —dijo ella, en un hilo de voz, tratando de mantener la compostura. No quería enojarse o alterarse, dejar en evidencia la verdad dolorosa en su corazón… Amaba a ese hombre. Erik se levantó de su asiento, metiendo sus manos en los bolsillos, su mirada analítica se posó en su sobrina. —Por hoy, no voy a insistir en el tema. Solo vine a recordarte tus responsabilidades, y principalmente… Hacerte ver qué tienes una oportunidad de actuar. Emily sentada en la silla, soltó un profundo suspiro, y asintió. Viendo cómo su tío se marchaba. Los minutos continuaron pasando, volviéndose horas, su madre ingresó y salió un par de veces. Jack Smith también, ingresaba llevándole algo de tomar o beber a la mujer p
El CEO Robinson se quedó inmóvil, como si el tiempo se hubiera detenido. Las palabras de Emily resonaban en su mente, implacables y llenas de intensidad. Ella había cruzado una línea que él no esperaba. El impacto de su beso lo dejó sin aliento. La determinación en sus ojos azules brillaba con una fuerza que era imposible de ignorar. —¿Qué te crees? —dijo él, su voz profunda casi un susurro, mezclando asombro y frustración—. No puedes venir aquí y pensar que todo está bien… No soy un idiota. Sé lo que me espera, no es la primera vez que enfrento esto. Emily, iluminada por la luz cálida de la habitación, no cedió. Sus manos temblaban, pero no de miedo, sino de la intensidad que sentía. —No estoy aquí para pelear, Fran… Estoy aquí porque te amo —confesó Emily, haciendo una pausa para tragar el nudo en su garganta—. No puedes simplemente echarme porque te sientes impotente. Solo quería verte, ¿qué hay de malo en eso? Franklin apartó la mirada, sintiendo cómo la rabia y la tristeza