Un abuelo adoptivo, desesperado por alejar a Raúl del peligro.
Una nieta de sangre, que no duda en intentar acabar con la vida de Raúl una y otra vez.
Aunque las palabras de Noah eran ligeras, provocaron un remolino en los ojos de don Raúl.
Antes de que pudiera subir a Valentina a la lancha rápida, Noah desde el otro lado agarró la otra muñeca de Valentina.
Con un poco de fuerza, don Raúl no pudo sostener la mano de Valentina y Noah empujó sin piedad a don Raúl.
Viendo a don Raúl caer sentado en la lancha rápida, Valentina sintió preocupación.
No fue hasta que se aseguró de que estaba a salvo, que observó resignada cómo Noah ponía en marcha la lancha rápida y configuraba el piloto automático.
La lancha rápida desapareció rápidamente en la oscuridad de la noche.
En el barco, solo quedaban Valentina y Noah.
Sin nadie más alrededor, Noah miró a Valentina, sentada en el suelo y débil, con un brillo sombrío en sus ojos.
—¿Qué crees que esté haciendo don Mendoza ahora?
Santiago…
La imagen de