—Mmm, está bien.
Ana asintió, poniendo fin al asunto por el momento.
Lucas miraba a Silvia en la cama del hospital, pensativo. Decidió contratar a dos personas para ayudar en su cuidado. Aunque él y David podían hacerlo, dos hombres cuidando a una mujer no era lo más práctico. Además, tenían trabajo que hacer y no mucho tiempo libre.
Al escuchar a Lucas, Ana recordó a la enfermera que una vez cuidó a Teresa, su madre. Estaba demasiado ocupada en ese momento para hacerlo ella misma, por lo que había buscado ayuda externa.
Si alguien iba a ayudar a cuidar a Silvia, era mejor que fuese alguien de confianza.
Sin más preámbulos, Ana compartió su idea con Lucas. Él también estaba preocupado porque no conocía a nadie adecuado en la zona. Llevaba poco tiempo aquí y Silvia estaba emocionalmente inestable. No se sentiría cómodo sin alguien confiable.
Por lo tanto, la recomendación de Ana llegó como anillo al dedo.
—Si es alguien en quien confías y has conocido durante mucho tiempo, entonces