33. Primer entrenamiento
Nuria
El sueño aún me envolvía como un manto cálido cuando mi cobertor fue brutalmente arrancado de encima de mí.
El frío de la mañana golpeó mi piel, haciéndome estremecer.
Me encogí, intentando recuperar las sábanas, pero habían desaparecido.
Y entonces lo percibí.
Alguien estaba en mi habitación.
O mejor dicho… Stefanos.
Abrí los ojos de repente, parpadeando contra la penumbra del cuarto. Lo primero que vi fueron las piernas largas y firmes de un lobo parado junto a mi cama.
Lo segundo fue el brillo plateado de sus ojos observándome con frialdad.
Mi respiración se detuvo por un instante.
Él sostenía mi cobertor casualmente en una de sus manos, como si tuviera todo el derecho de simplemente arrancarlo de mí. Como si mi privacidad no existiera.
Pero lo que realmente me inquietó no fue eso.
Fue la forma en que me miraba.
Su mirada recorrió mi cuerpo lentamente. Evaluando. Midiendo.
Y, por un instante, antes de que pudiera ocultarlo…
Lo vi.
Deseo.
Él desvió los ojos rápidamente, su ros