31. Pacto
Nuria
Me volví hacia la sopa para evitar aún más vergüenza.
"Ve a sentarte, voy a servirte."
"De nuevo estás mandona", gruñó y sentí ganas de reír.
"Ten hermanos menores y lo sabrás." Me mordí el labio y me escabullí de su nueva atención.
El olor de la sopa caliente llenaba la cocina, mezclándose con su intenso aroma. El silencio entre Stefanos y yo era pesado, tenso, como si cada palabra no dicha pesara en el aire.
Él estaba sentado a la mesa, observándome mientras yo terminaba los últimos retoques de la comida. Su mirada era afilada, analítica, como si buscara algo que yo no sabía si quería que encontrara.
Tomé el tazón y lo puse delante de él. Él no se movió de inmediato, solo permaneció allí, mirando el vapor que subía del caldo.
"No me gusta la sopa."
Rodé los ojos, cruzándome de brazos.
"No te pregunté si te gustaba."
Una comisura de su boca se levantó en una sonrisa casi imperceptible.
Tomó la cuchara y dio un sorbo. La tensión en el aire permaneció mientras saboreaba la comida