188. Plan en marcha
Diana
El balcón de la mansión Eclipse tenía vistas a un campo cubierto de niebla, y el viento frío de la mañana acariciaba mi rostro como un recordatorio de que el mundo aún no estaba a mis pies, pero pronto lo estaría.
Cada insignificante detalle de mi plan estaba saliendo a la perfección. Cada pieza encajaba, e incluso con los contratiempos, podía ver que al final, todo sería mío.
Acaricié mi vientre, ya redondeado bajo el ajustado vestido negro. El bebé pateó, como si presintiera mis pensamientos. Sonreí, satisfecha.
"Será fuerte", murmuré. "Y será nuestra baza. La garantía de que nada ni nadie podrá tocarnos de nuevo."
"¿Hablando sola otra vez?" La voz grave de mi padre resonó detrás de mí, y no necesité voltearme para saber que tenía esa sonrisa orgullosa que siempre me reservaba, a mí, su hija preferida, su cruel sucesora. La copia perfeccionada de su propósito.
"Hablando con el futuro de nuestra manada", respondí, mirándolo con orgullo. "Este pequeño Varkas no es solo un hijo.