142. Mi Ruina
Stefanos
Ella apareció en la puerta de la habitación con el estuche del violín en las manos, el cabello suelto como una tormenta recién liberada y un suave rubor en las mejillas que me afectó más que cualquier provocación directa.
Vestía una de esas lencerías nuevas que compré impulsivamente, sin saber si algún día tendría el valor de pedirle que la usara. Roja. Ajustada. Diabólicamente perfecta contra su piel pálida.
Mis pulmones fallaron por un instante.
Ella dudó. Solo un segundo. Pero lo suficiente para hacerme dar cuenta de lo que estaba sucediendo allí:
No era solo su cuerpo lo que estaba expuesto.
Era el coraje de mostrarse entera ante mí, incluso después de todo.
Y aquello... me desarmó.
"¿Tienes alguna preferencia?", preguntó con voz baja, pero firme.
Dioses, si ella supiera...
Cualquiera que te haga olvidar el mundo... pensé, dejando que mi mirada recorriera cada curva acentuada por el encaje rojo.
Pero ese color en ti...
Me incliné hacia adelante, apoyando los antebrazos en