Inicio / Romance / Canticos del Viento y el Ocaso / Capítulo 6: El Ultimo Deseo de Ellos
Capítulo 6: El Ultimo Deseo de Ellos

“No es el tema principal de este escrito, pero si hablamos de las Chispas inherentemente también hay que comentar sobre las Lágrimas de Nedgaus. Puede controlarlas quien posea dos Chispas en su interior”

Fragmento del tema cuatro de: Unión de Chispas,

Vínculos y Regalos Mágicos entre Almas Heladas.

Por Lady Eira Lindgren.

-----O-----

La diferencia era casi mínima, imperceptible, solo que aun así en un ambiente muy tranquilo y con mucha concentración el noble podía sentir como la pérdida de calor de su cuerpo había disminuido. Se estaba recuperando, lento pero seguro.

Sin darse cuenta se había quedado dormido de tanto llorar, y pensó que era lo mejor, no quería volver a abrir los ojos, regresar en sí, solo para seguir sintiendo aquel dolor insoportable. A pensar de romperse por dentro al menos ahora ya no quería seguir llorando o gritando como un bebe al cual sus padres irían a socorrer, quizás porque ya no tenía más energías para hacerlo.

Cuando volvió a abrir sus ojos esta vez Hakon no se encontró con el Elfo Invernal y su gran lobo, sino que fue alguien completamente diferente. Una humana, como él, solo que de una edad mucho más avanzada. Tenía una nariz grande y cabello gris por la edad, ya que lo rescató un alvinter lo normal sería pensar que esta era una casa con una familia de esa especie, por eso se sorprendió de más al notar a la anciana. Solo que el dolor de su cuerpo le impidió expresarlo como tal.

Ambos humanos se quedaron viendo un momento antes de que la mujer rompiera el silencio. –Espero que hayas dormido bien –dijo de una forma muy sincera, y la sonrisa en su rostro tampoco parecía falsa.

El noble no sabía cómo contestar a eso así que solo se quedó observándola perplejo, al respirar se dio cuenta que el olor de la casa quizás no era el mejor pero se obligó a aguantarlo. –Mis padres, ellos… –Todavía le costaba aceptarlo, y tampoco quería hacerlo de hecho.

Con lentos pasos debido a su movilidad reducida la anciana se le acercó hasta posar una mano en su hombro, sus uñas eran de color blanco. –Lo siento mucho por eso. –Luego de un momento ella se dio media vuelta, acercándose a la mesa a un lado de una fogata y tomó algo. Al instante volvió a acercarse pero con un plato de cerámica entre sus manos–. Te estas recuperando por suerte, pero si quieres mantener el ritmo vas a tener que tomar esto. Es elixir de Laka.

Casi pasa por la cabeza de Hakon la idea de que podría estar envenenado, sus padres siempre le decían que no debía aceptar cualquier cosa de extraños porque podría ser peligroso o atentar contra su integridad. La diferencia en esta situación es que si ellos quisieran hacerle daño ya lo habrían hecho, en su lugar recibía una ayuda desinteresada. Podría rebuscársela más pero sería como intentar buscar calor debajo de una piedra en plena tormenta invernal.

No obstante <¿De qué sirve recuperarse?> ya no tenía una casa a la que volver y si la tuviera ahora solo estaría fría y vacía. Volteando su cabeza y cruzándose de brazos el noble rechazó la medicina. –No, no gracias.

La anciana no opuso resistencia, caminó lentamente hasta sentarse en un banquillo de madera al lado del fuego. –Es una lástima –dijo y provocó que Hakon volviera a mirarla–. Si no la tomas no te pondrás mejor, no creo que eso sea lo que tus padres hubieran querido.

El joven de ojos grises entrecerró la mirada y acumuló tanta fuerza en las manos como el dolor le permitió. –Usted no sabe lo que mis padres hubieran querido.

–Si eran buenos padres entonces sí. –Esas palabras se sintieron como el golpe de un pico que recibe el hielo.

El noble volvió a desarmarse. –¡Si lo eran! –La anciana se quedó en silencio, mirándolo fijamente con sus ojos azules que hicieron que Hakon solo resbalara sus palabras por ellos–. Es que… ya no vale la pena. Yo los quería a ellos, y ya no están. Ya no tengo a nadie, no sé qué hacer.

Ella tomó aire. –Independientemente de la situación yo creo que a toda costa ellos deseaban que vivieras, que lograras tener una vida así como ellos.

Sus padres, los Duques del grupo regente de la ciudad de Gnisdelgaus, no eran ancianos pero casi llegaban a ser de una edad mayor. Sin duda habrían vivido sus vidas, décadas antes de que lo tuvieran a él. De solo pensar en la vida de sus padres, en todas las anécdotas que le contaron sobre su juventud, Hakon supo que también quería vivir cosas así.

Las lágrimas volvieron a caer de sus ojos cuando levantó ambas manos, la anciana le pasó el plato y él empezó a tomar el elixir de Laka. Eso es lo que sus padres le hubieran dicho que haga, y sin duda lo que habrían querido. –Muchas gracias –dijo al terminar para volver a entregarle el plato.

–No hay de qué.

Dejando salir un suspiro el noble intentó ponerse de pie, levantarse de la cama donde estaba, los brazos le dolían un poco menos que la otra vez y pudo mantenerlos como base de apoyo. Pero apenas quiso intentar moverse sintió un fuerte dolor punzante, eso solo en la izquierda, el dolor de la pierna derecha fue cien veces peor: como si le quemaran cada nervio de la rodilla con el más mínimo movimiento, sus huesos en vez de ayudarlo ahora eran como espinas que le jugaba en contra si se movía. No pasaron ni cinco segundos desde que lo intentó que tuvo que abandonar de repente la idea.

–Cuando mi nieto te trajo aquí para que te ayudara –le explicó la anciana–. Tu pierna derecha estaba muy lastimada, lo peor de todo lo que te pasó fue a esa parte. Hice mi mayor esfuerzo pero sin duda tomara mucho tiempo que sane, se cuidadoso, todo lo demás se recuperará antes.

–Está bien –se resignó Hakon, su voz ahora sonaba cansada, sentía que perdió mucho calor con el dolor de su movimiento. Se dejó caer la espalda en la cama otra vez y la anciana se llevó el plato para lavarlo <Acaba de hablar de su nieto, solo vi al alvinter aquí ¿se referirá a él? No sería posible>.

Y justo hablando sobre encontrar blanco en la nieve la puerta de la entrada se abrió y el Elfo Invernal ingresó acompañado de un lobo feroz, la puerta estuvo abierta el suficiente tiempo como para que unas ventiscas de aire helado lo acompañaran al entrar. El balance de temperatura de la casa se vio alterado pero eso fue bueno, ya que sirvió un poco para ventilar el mal olor de la casa ¿Qué acaso ellos no lo sentían también?

En la distancia la mirada de ambos quedó conectada, Hakon podía sentir en su cuerpo el calor que transmitían los ojos de quien acababa de llegar. Esa unión se vio interrumpida cuando el lobo le mostró los colmillos al noble en una clara amenaza y su dueño le pasó la mano por la cabeza para tranquilizarlo.

–¿Qué tal te fue? –le preguntó la anciana mientras el Elfo Invernal se acercaba a ella.

–Por suerte conseguí todo en el mercado, y a buen precio. –El otro joven, de piel gris oscura y cabello plateado, llevaba consigo una gran bolsa de tela que parecía llena de cosas. Él la abrió en la mesa y sacaron: pescado, pan, queso, jarras con líquidos (seria leche o agua) y así.

–Qué bueno, entonces ahora podemos cocinar.

Si uno mirara al cielo en esta época del ciclo le sería muy difícil guiarse y saber qué hora es, pero por esas palabras solo podía pensar en algo <Ya será la brisa diurna> podría ser de la brisa nocturna también pero su conclusión también se apoyaba en el tipo de viento que sintió cuando la puerta estuvo abierta.

Mientras los dos se ponían a cocinar Hakon simplemente se limitó a quedarse acostado en su cama sin hacer nada, a veces los observaba y a veces se perdía en sus pensamientos <Siento que me están ignorando a propósito, actúan y hablan como si yo no estuviera aquí> bueno, de todas formas, tomando en cuenta que quería ocultar su estatus eso era lo mejor. Era un agradable calor.

El joven se asustó un poco cuando el gran lobo pasó cerca suyo y lo miró entrecerrando los ojos, su corazón se aceleraba y los instintos le decían que iba a ser atacado. Aunque esa sensación se esfumaba al instante cuando el Elfo Invernal le ofrecía un pedazo del pescado que cocinaban, el lobo se iba y lo dejaba de molestar de momento.

Por un rato el noble se sintió casi como si estuviera de regreso en su casa, específicamente en la cocina de esta, él sabía que allí había una mujer de edad avanzada que era una experta cocinera y conocía todo tipo de recetas, sin contar que creó las suyas propias. También había alvinters, nunca vio una familia noble formada por ellos pero siempre eran buenos asistentes y sirvientes; de la misma forma en la que este ayudaba a cocinar a la mujer.

<Necesito saber qué fue lo que pasó exactamente el otro soplo> se forzó a recordar ese trágico incidente. El baile había salido perfecto, hasta que empezó esa lluvia de rocas gigantes y se dieron cuenta que los Jotuns atacaban de imprevisto la ciudad. Hakon tenía latente el recuerdo de como acabaron con muchos nobles <Fue un ataque demasiado coordinado y en un momento muy estratégico como para que lo hicieran los Jotuns, debe haber otro factor detrás>.

Solo que no tenía como obtener respuestas y menos en su estado actual <¿Qué pasó con la ciudad? ¿Seguirán defendiéndose del ataque o habrá caído?> Él no quería pensar en esa segunda opción y a su vez sentía que era la más probable, pero no tenía esa certeza.

¿Qué tendría que hacer ahora? ¿Cómo podría proceder? El dolor de la perdida de sus padres volvió a agrietar su corazón helado, ellos sabrían que hacer, ellos se lo dirían, lo guiarían. Pero ahora estaba perdido dentro de una tormenta de nieve en una oscuridad eterna, ni siquiera los Vindivus, los dioses de los vientos, parecían poder guiarlo.

–Disculpen. –Esa palabra se escapó de su boca, en realidad no quería decirlas. Pero para cuando se dio cuenta la anciana y el alvinter dejaron de cocinar por un segundo para mirarlo, logró sentir el calor de ambas miradas sobre él, así que se vio obligado a continuar–. ¿Aquí no llegó ninguna noticia sobre los Gigantes de Hielo?

Los dos se mantuvieron en silencio, la anciana procedió a mirar a su ¿nieto? Y este la pensó un segundo antes de responder. –La verdad que no, hoy estuve en el mercado y no se habló nada sobre eso. La última vez que fui antes de ayer tampoco. –Al terminar de hablar el joven, lleno de pecas blancas bajo cada ojo, se quedó observando a la humana, como si esperara algo de ella, al no ocurrir nada fue él mismo quien volvió a dirigir su atención al noble–. ¿Por qué preguntas?

<¿Debería responder con la verdad?> lo pensó por un segundo y eso no sería algo recomendable, al menos a esa conclusión llegó <Si esa señora tenía razón en algo es que mis padres querrían que viva, debo protegerme> un heredero noble de una ciudad, herido y desprotegido en otra no terminaría nada bien, y aunque mentir le parece una tontería en esta situación podría contar la verdad a medias.

Hakon dejó salir un suspiro. –Es que… –La conmoción y tristeza de sus palabras fue una mezcla de sinceridad y falsedad–. Estaba viajando con mis padres cuando todo ocurrió, los Jotuns atacaron y así se produjo el accidente. Por eso tenía miedo de que hubiera habido más accidentes por la zona, o incluso de que esos monstruos se prepararan para atacar este pueblo y la ciudad.

-----O-----

Kari y su abuela siguieron cocinando cuando el humano dejó de hablar, solo que ahora al hacerlo no podía sacarse un pensamiento de la cabeza <Que extraño ¿Jotuns en esta zona? Eso no debería ser posible, nunca hubo avistamientos por aquí. La última revisión fue antes de que empezara esta estación y tampoco hubo noticias ¿sería posible que llegaran ahora de repente?> eso sería algo que debería corroborar más tarde, ahora se concentraría en el presente.

Los dos terminaron de cocinar y sirvieron la comida en la mesa, su abuela tenía un banquillo que usar para sentarse, a su lugar Kari traería uno de los bancos para sentarse y comer pero ahora estaban siendo ocupados por el paciente. Le acercó la comida al humano herido y recostado, este le agradeció y luego fue a arrodillarse en frente de la mesa para poder estar a la altura adecuada para comer.

A su lado observó a Magnus, pudo notar claramente en el rostro como su compañero estaba disgustado con esta situación. Solo que no había nada que pudiera hacer, Kari solo lo usaría para sentarse y comer ahora, pero el humano los usaba como su cama porque ni podía levantarse. Las prioridades eran claras.

Para evitar que el lobo siguiera molesto el campesino le dio un poco de su comida para que disfrutara, la cara de Magnus se calmó y se recostó a su lado.

–¿Hoy vas a salir? –le preguntó su abuela mientras comían.

Kari sabía a qué se refería, a trabajar, a buscar cosas que después pudiera vender en el mercado y ganar dinero. Solo que ahora ese humano no le transmitía nada de confianza y no quería dejar a su abuela a solas con él, después de tragar negó con la cabeza. –Hoy te ayudó en las tareas de la casa, también puedo regresar al mercado y preguntar sobre el avistamiento de Jotuns. –El mercado quedaba mucho más cerca, y sería un viaje más corto así que podía permitirse esa salida.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP