8. INTENTO DE SECUESTRO
TRINITY
Llegué como una demente al parque y me lo encontré sentado al lado de una señora que cuidaba unos perritos, supongo que ella fue la que me llamó.
—¡Mamá! —sus ojos se iluminaron en cuanto me vio y corrió a mi encuentro.
—Dieguito, ¿qué haces aquí solito? ¿Estás bien? ¿Alguien te hizo daño? —me agaché a su altura soltando el bolso en la hierba y comencé a revisarlo por todos lados mientras le hacía un millón de preguntas.
—¡Mamá!, ¿por qué ese hombre dice que tú no eres nada mío? —comenzó a llorar sin quererme soltar del cuello.
Dios, esto estaba siendo tan difícil y ese energúmeno no tenía nada de tacto.
—No pasa nada, mi niño, tranquilo, tranquilo —lo abracé acariciando su espalda y agradecí a la señora que me había llamado.
Le inventé una historia de mi divorcio con su padre para que no fuera a imaginarse cosas raras, como las que precisamente estaban sucediendo.
Recordé que debido a los problemas de la mente de Diego, le había dado un papel con todos mis datos y parece que