Derek y su padre tenían horas hablando en la habitación de este último, eso intrigaba a Liesel sobre manera, no se imaginaba sobre que podían estar charlando.
Así que ella caminaba de un lado a otro de la habitación como fiera enjaulada.
Acababa de sentarse cuando llamaron a la puerta.
—Adelante —respondió sin ganas.
—Así recibes a tu futuro esposo.
La voz de su hombre de ojos negros la sobresalto.
—Derek —Liesel se levantó y corrió hasta cerrar el espacio que la separaba del hombre que la hacía la mujer muy feliz, en más de un sentido. —¿De qué tanto hablaban papá y tú?
—De ti y de mí, de nuestro futuro, de los planes para la vida que hemos hecho.
—No hay muchos planes que hacer, siempre seremos solo tú y yo.