Si hablamos del destino, sabemos bien que somos nosotros quien lo forjamos, bueno o malo, a veces gris otras veces colorido, pero simple y sencillamente es el resultado de nuestras acciones a lo largo de nuestra vida, muchas veces no estamos preparados para afrontarlo.
Ezequiel ya no le encontraba sentido a la vida, todo lo que alguna vez le apasionó se habia convertido en lo que mas detestaba en estos momentos; pertenecer a la mafia alguna vez le llenó de poder, de valentía, se creyó intocable solo por pertenecer a un grupo criminal. Ahora se sentía peor que una basura, cada día le costaba mas y mas mantenerse de pie. El peso de su conciencia lo estaba consumiendo. Entre vicios ; drogas, alcohol y mujeres quería olvidar su triste realidad.
—¡Hola!—Una voz femenina se escuchó al otro lado de la línea.—Te llamaba para invitarte a comer, hace días que no te he visto. ¿Estás molesto por lo que pasó la última vez?.— Preguntó Samara titubeante, su corazón nervioso con solo escuchar su voz.