Después de un largo camino y una conversación amena. Melissa y su suegro llegaron a la empresa.
Melissa se sorprendió al ver lo lujoso y extravagante que era el lugar.
El viejo Santoro, puso una mano en su hombro y la sacó de sus pensamientos.
—Melissa, puedes tomar la decisión que quieras. Tienes todo mi respaldo.
Melissa asintió y un mal presentimiento se alojó en su pecho, pero su venganza contra su marido comenzaba hoy.
Los hombres de seguridad, o escoltaron hasta la sala de juntas. Melissa observaba con asombro el majestuoso lugar, pero había algo de desconcierto en su mirada.
El viejo Santoro leyó su inquietud y le respondió.
—Todos están reunidos esperando por nosotros en la sala de juntas, por eso no hay nadie —le susurró el viejo a Melissa al sentir su desconcierto.
El viejo no pudo evitar reír al ver a los hombres de Fabiano custodiando la puerta. Era evidente que su hijo, había buscado refuerzos.
Ellos salieron