Muchos días después, los hombres de Fabiano le trajeron a un hombre amarrado y muy golpeado.
—Jefe, mire lo que tenemos aquí. —le dijo Dorian, y Fabiano se levantó de la silla, para acercarse al hombre herido.
—Vaya, vaya. Pero ¿Qué tenemos aquí? —le dijo Fabiano tomando al hombre por los cabellos para obligarlo a verlo a la cara.
—Se-ñor, se-ñor —le decía el hombre en un tono de súplica, pero Fabiano tomo su arma y se la metió en la boca.
—Shhh, solo puedes abrir tu m*****a boca y explicarme, ¿por qué tú estás aquí y mi hermano no? —le preguntó Fabiano enfurecido, mientras que le quitaba el seguro a su arma.
El hombre se orinó en los pantalones y negó con la cabeza, con los ojos llenos de lágrimas.
—Su pa-dre,
Fabiano, al oírlo, le retiró el arma para que pudiese terminar de hablar.
—¿Mi padre? Yo no tengo un maldito padre. Pero me imagino que te refieres al maldito de Vicente.
El hombre asintió y Fabiano se llevó ambas manos al rostro. Esto sí era un maldito problema. Vicent