—Dulce come, quiero saber qué tal está —Gabriel estaba muy ansioso por saber qué diría de la comida.
Sabrina sonrió y comió una cucharada. Le sonrió y tomó otra cucharada.
—¿Qué tal está? Debe de estar malísimo, ¿no? —preguntó Gabriel cogiendo la cuchara para comer.
—Jaja, para nada, está muy rico, deberías comer
Sabrina sonrió y cogió otra cucharada, pero no se la metió en la boca, esperó a que Gabriel comiera.
Gabriel sonrió, contento de haber preparado algo bueno en su primera prueba, y más contento de que a ella le hubiera gustado. Tomó una cucharada de los huevos con la salsita y un poco de aguacate.
—¡Demasiado chile!
Su cara se puso roja, casi de inmediato, Sabrina, que había estado disimulando todo el rato, cogió un vaso de agua y se lo bebió de un trago.
Gabriel no pudo hablar hasta que hubo engullido unas dos rondas.
Ambos jadearon con fuerza e inmediatamente estallaron en carcajadas.
—¡¡¡Dulce!!!, ¿dijiste que estaba sabroso? —exclamó Gabriel entre risas.
—¡Ay, cara bonita!