C88- CUANDO UNA DE LAS ALMAS DEJA DE AMAR.
C88- CUANDO UNA DE LAS ALMAS DEJA DE AMAR.
La cabaña del sanador estaba envuelta en un silencio tan denso que dolía.
Odette sostenía la mano de Willow. La sentía fría, tensa, como si todo su cuerpo estuviera hecho de piedra. Los nudillos blancos delataban la fuerza con la que se aferraba. Como si aferrarse a ella fuera lo único que la mantenía unida a la realidad.
El sanador, un hombre de rostro cansado y ojos viejos como el bosque, colocó sus manos sobre el vientre de Willow. Y cerró los ojos. Su ceño se frunció apenas unos segundos después. Y ahí, justo ahí, Odette supo que algo iba mal.
—Willow… —dijo el sanador, con voz grave y áspera—. No siento a tu cachorro.
Willow soltó una risa. Pero no fue una risa real. Sonó vacía, quebrada, como el eco de algo que intentaba aferrarse a la esperanza.
—No… no puede ser. Tiene que estar ahí. Tiene que estarlo.
El sanador retiró sus manos lentamente. Y Odette sintió el temblor en el cuerpo de su amiga antes de que comenzara a sacudirse por co