Isla de Paros, Grecia…
Paros, una hermosa isla griega, reconocida por sus playas y sus pueblos tradicionales. Es un lugar íntimo, y a diferencia de Santorini, no es tan concurrido; así que se convierte en el sitio perfecto para que Ann y Demitrius pasen un inigualable fin de semana junto a Dafne. Sin los molestos cuestionamientos de Elena, la intensidad de Celia o la obsesión de Eleonor. Los tres recién llegados solo quieren pasar unas cuantas horas alejado del mundo que parece estar en su contra.
—¡Me encanta!
Exclama Dafne cuando a los lejos visualiza el puerto donde el lujoso yate de su padre pretende anclar. Es tan fácil para Demitrius movilizar a sus empleados de manera imprevista, solo tiene que hacer unas cuantas llamadas y todo lo que necesita está a su alcance. Sin embargo, para él esa parte no es la relevante. Lo verdaderamente importante es ver la radiante sonrisa de una niña de diez años, quien señala hacia el mar.
Ella no lo comprende del todo, pero nació con el pri