No otro lado de la puerta, Vittorio esperaba impacientemente. Su mirada era firme y determinada. Estaba listo para actuar en caso de que algo amenazara la seguridad de Ellis.
A medida que las manecillas de su reloj avanzaban, Vittorio se volvía cada vez más inquieto. Sabía que su esposa era fuerte, pero no podía evitar preocuparse.
Su mano descansaba dentro de su chaqueta, tocando su pistola dorada, mientras observaba cómo las manecillas del reloj se acercaban al final del tiempo estipulado. Justo cuando estaba a punto de sacar su arma, la puerta se abrió y Ellis salió de la oficina, su expresión revelando una mezcla de alivio y determinación.
Kenji sonrió a Vittorio, aparentemente tranquilo con el retraso.
—¿Me tardé