Rubén meció su vaso sin mirarla, contemplando el líquido con aire ausente. Luego suspiró y lo bebió de un solo trago. Jasmine soltó un bufido burlón, incapaz de contenerse. Le resultaba extrañamente familiar verlo así, tan fuera de esa personalidad dura que solía mostrar. Le recordó cuando eran niños, cuando él se ponía nervioso al verla llorar.
—Vaya, no pensé que algo tan simple te hiciera dar rodeos. Es de no creer, jefe.
—¿Simple?
—Lily me llamó, dijo que necesitas una enfermera que venga a cambiar los vendajes de tu esposa y vigilar su evolución. No hay problema, puedo hacerlo en las tardes, no interferirá con mi trabajo.
—Oh —Rubén alargó la palabra, comprendiendo que Jasmine había malinterpretado lo que requería de ella—. Me temo que es mucho más que eso, Jas. Necesito que te mudes aquí para que atiendas a Rosanna en todo momento… Hasta que ella esté completamente recuperada.
—¿Vivir aquí? ¿Yo?
Rubén asintió y ella perdió el color del rostro. Las paredes se encogieron y el tech