El escuchar aquellas palabras fue para Alexander como si le clavaran una daga directo al corazón, fue como si se lo arrancaran del pecho.
—No Emilia, eso jamás lo are —se negó de forma rotunda.
—Lo que sea que te suceda, solo tienes que decírmelo y te prometo que lo solucionaremos. Solo tienes que hablar conmigo, eso es todo lo que te pido —rogo con lágrimas en los ojos, desesperado por poder comprenderla.
—No quiero hablar, lo único que deseo es terminar con este matrimonio de una buena vez. Nada de esto debió pasar, fue un error y uno que planeo corregir cuanto antes —declaro con firmeza.
—No, me niego a creer que pienses eso en verdad —le dijo, desesperado por que aquello fuese una mentira y es que no podía creer que dijera algo semejante.
—Pues lo hago, esto fue todo un error —reitero con igual de d