Emilia trato de mantener la calma durante aquella desagradable reunión, pero basto con que aquella mujer abandonase su oficina para que dejara salir todo el mal humor que le había ocasionado. Golpeo el escritorio con todas sus fuerzas, deseando desahogarse.
La verdad es que si la creía capaz de cumplir con su amenaza, capaz de intentar desbaratar su matrimonio. No porque creyera ni por un momento que Alexander fuera capaz de traicionarla, porque sabía que no era de ese modo. Al igual que también era consciente del resentimiento que le tenía, mismo que no desaparecía con solo una caricia y de eso estaba perfectamente consciente. Sin embargo, si angustiaba el hecho de lo que pudiera hacer para intentarlo, de que tan lejos estaba dispuesta a llegar.
Sabía que la situación en que se encontraban era precaria, que hasta un pequeño desliz podía desboronar el castillo de naipes en