Dentro de la caja estaba el brazalete de jade imperial que a ella le había gustado.
Lucía entró y, al ver a todos presentes, saludó respetuosamente:
—Señor Rodríguez, ¿para qué me llamó?
Mateo la miró y dijo:
—Acércate.
Lucía se acercó con cautela.
Mateo tomó la caja, la abrió al instante y, ante la mirada de todas, sacó el brazalete de jade y lo colocó con delicadeza en la muñeca de Lucía.
El rostro de Camila cambió al instante.
Carolina, algo perpleja le preguntó:
—Mateo, ¿no era esto para Camila?
Pero Mateo respondió:
—¿No es suficiente con que tú la consientas?
Carolina apretó los labios, claramente disgustada.
Lucía estaba demasiado sorprendida. Su muñeca de repente se sentía mucho más pesada. Este era un jade imperial de diez millones, ¿no era demasiado costoso para ella?
Nunca había usado algo tan valioso y se sentía muy incómoda:
—No es necesario, es demasiado costoso. Yo soy algo torpe, ¿qué pasa si lo rompo?
Intentó quitárselo, pero Mateo la detuvo de inmediato, diciendo