—Olvídalo, no es necesario —respondió Lucía.
A veces no entendía completamente a Mateo. Por un simple encuentro con un compañero, Mateo se ponía tenso y hostil.
Si fuera capaz de escuchar explicaciones, no habría dado media vuelta y marchado.
—Nicolás, muchas gracias por lo de recién.
Sin importar qué, la aparición de Nicolás la había ayudado a resolver el problema.
Nicolás sonrió amablemente: —No fue nada.
Cuando Nicolás estaba a punto de añadir algo más, Lucía se adelantó: —Vuelvo al reservado. Cuando tenga tiempo, te invitaré a comer.
—Mañana por la tarde estoy libre.
Aunque Lucía lo había dicho como una cortesía, él lo tomó en serio.
Lucía se sorprendió un momento, pero asintió: —Entonces mañana te enviaré la dirección.
—Bien entonces.
Nicolás sonrió mientras veía a Lucía alejarse.
*
Aunque Mateo se había dado la vuelta con Tania siguiéndolo, no entró con ella al espectáculo de fuegos artificiales.
Se detuvo y estableció distancia entre ellos: —Señorita Cruz, no tengo interés en vo