Ahora tenía que ceder un veinte por ciento, por supuesto que estaba perdiendo, especialmente cuando ya estaba soportando las críticas.
Y ahora Mateo le hacía esa pregunta, sabiendo perfectamente cómo herirla.
Sin embargo, no podía decir nada al respecto.
Solo podía mantener su sonrisa: —Señor Rodríguez, nosotros debemos tener una visión a largo plazo. Cediendo un veinte por ciento solo ganaré un poco menos, pero podré asegurar a un cliente importante como usted. Señor Rodríguez, mi límite es el veinte por ciento, no puedo retroceder más.
—Bien.
Mateo aceptó con rapidez.
Pero...
Tania había plantado una semilla de odio en su corazón: —Señor Rodríguez, ya que hemos llegado a un acuerdo, mañana por la noche organizaré una cena en Villa Rosa. Espero que nos honre con su presencia.
—Mmm.
A estas alturas, no podía rechazarla, así que Mateo tuvo que aceptar.
Tania inclinó la cabeza hacia Mateo: —Señor Rodríguez, me retiro.
—Lucía, acompaña a nuestra invitada.
Mateo llamó a Lucía. Aunque Tania