Capítulo 196
Aunque hacía mucho que no vivían allí, alguien se encargaba de limpiar la casa regularmente, y a pesar de saber que su matrimonio ya no tenía futuro, Tomás y Ana, siendo personas agradecidas, insistieron en que Lucía le diera las gracias a Mateo.

Mateo estaba sentado en la sala.

Lucía le sirvió un vaso de agua:

— Mis padres me pidieron que te diera las gracias.

— No hay de qué.

Lucía se sentó a su lado y comentó con cierta ironía:

— Todo lo que intenté explicar sin éxito, tú lo resolviste con un par de frases y te creyeron. ¿Soy yo demasiado débil? ¿Por qué no me creen a mí pero sí a ti?

No lo entendía. Aunque ella podría haberlo resuelto sola, al final fue Mateo quien lo hizo.

Mateo bebía el agua caliente mientras escuchaba a Lucía. Su expresión no cambió, pues estaba acostumbrado a este tipo de situaciones:

— Debes algo: la naturaleza humana puede ser ruin, especialmente tus parientes. Magnifican tus defectos mientras ignoran todo lo bueno que haces. No sientas lástima por los demás;
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