A lo lejos se escuchó una voz furiosa. Ana venía empujando una silla de ruedas donde Tomás estaba sentado, completamente enfurecido.
—Papá, ¿qué haces aquí? —preguntó Lucía sorprendida.
Lily, quien creía que solo necesitaba encontrar un punto débil en Lucía para que todo se resolviera, no esperaba que Tomás apareciera. Al verlo, palideció: —Tomás...
—¿Cómo coños no iban a venir cuando están maltratando así a mi hija? —reprendió Tomás con severidad—. Lily, pensé que solo eras mezquina pero no mala persona. Nunca me imaginé que llegarías tan lejos. ¿Cómo puedes ser tan cruel como para difamar a mi hija ante las cámaras?
—Tomás... no es eso... —balbuceó Lily—. No la estoy difamando, solo digo que Lucía no respeta a su tía.
Tomás, frunciendo el ceño, ignoró sus explicaciones. La ruptura era definitiva: —¿La reputación de Lucía es para ti solo una herramienta para obtener beneficios? Ya que quieres que todos sepan, ¡que se enteren de todas las maldades que ha hecho tu familia!
Lily, ahora a