Le estaba advirtiendo a Lucía. Que cuidara muy bien a su marido, no dejara que otras personas se aprovecharan de la oportunidad.
Lucía no quería que Emanuel, estando enfermo, se preocupara por su relación con Mateo:
—Lo sé, Mateo ya me lo ha hecho saber. Emanuel, está cayendo la noche y hace fresco,entremos.
—De acuerdo— Emanuel, prudente, no dijo ni una sola palabra más.
Lucía lo llevó a su habitación y se despidió, dudando si ir a ginecología o no.
Justo entonces Karen la llamó:
—Señorita Díaz, ¿podría venir al hospital? Necesito decirle algo.
Lucía decidió ir.
Javier vigilaba en la puerta y al ver a Lucía, pareció estar desconcertado.
Como si temiera su presencia.
—Señorita Díaz, ¿qué hace aquí? —sonrió de manera fingida.
Con calma, Lucía preguntó:
—¿Qué ha pasado?
—Emm, mejor llamemos primero al señor Rodríguez...
Su discreción despertó las sospechas de Lucía:
—¿Hay algo al respecto que yo no deba saber?
Javier dudaba en hablar, pero mirando a Karen en la habitación, suspiró:
—Mejo