Capítulo 5

Ángela…

— ¿Pasa algo, señorita? —me preguntó el muy idiota, al ver que yo me he quedado paralizada por la impresión de volver a verle después de muchos años y haber jurado que jamás en la vida me acercaría a él. 

—Pero no, aquí estoy frente a aquel estudiante que un día me avergonzó ante todo el instituto, porque sí, el mismo día que él me confesó de que yo solo era parte de su juego, todos se dieron cuenta de eso porque sus amigos se encargaron de hacerlo público, con el objetivo de humillarme a mí y engrandecerlo a él. 

Después de eso, me tocó lidiar sola con las burlas que a diario recibí en la semana siguiente que me restaba para acabar el año.

— No me pasa nada jefe, bueno, en realidad si pasa, lamento esta noticia, pero tengo que renunciar a mi trabajo, por la razón que debo de viajar ahora mismo hasta mi ciudad.

— ¿Cómo así que va a renunciar? ¿Acaso usted cree que aquí está en un potrero y que a la hora que se le antoje puede entrar y salir como si nada? Pues no señorita, usted ya firmó un contrato con duración de tres años en esta empresa, y ahora lo cumple porque lo cumple. 

A menos que quiera y tenga el dinero suficiente para pagarme una indemnización por veinte millones de dólares. —dijo el muy idiota, hablando con superioridad solo porque es el jefe.

— ¿Acaso usted está loco? Yo no le voy a pagar esa semejante cantidad de dinero que me pide, además ¿de dónde saca eso de la indemnización mentada?

— Son reglas y normas de mis empresas, señorita. En el contrato tuvo que haber visto esa cláusula.

— Pues no, no la vi porque allí no mencionaba nada sobre eso.

— Es obvio que no la vio, si está escrita con letra sobresaltada en color negro sombreado, que solo al colocar el papel en la claridad se puede leer. —Él ha dicho eso con una sonrisa ladeada en sus labios, él sigue siendo un pinche burlesco de pacotilla.

— Eres un maldito tramposo. Eso que tú haces es abuso de poder, y por si no lo sabes, ese delito es penado por la ley. —De lo molesta que estoy, las palabras casi se han salido por sí solas.

— ¿Eres? —Más respeto para su jefe, señorita mal educada, usted y yo no nos conocemos así es que mejor empiece por respetar a sus superiores.

 — Está bien jefe, me quedaré a trabajar. 

En fin, ya estoy aquí. Ahora dígame para qué me necesita. —afortunadamente, este baboso no me reconoce, ¿será que aún no ha visto mis documentos personales en donde aparece mi vida resumida?

— Acepte que se queda porque no tiene el dinero suficiente para pagarme. Bueno, en primer lugar, dígame cuál es su nombre.

— Señorita Hernández, así me puede llamar, jefe. —¡Ah! Y para su mayor información, puedo pagarle hasta el doble de lo que me pide si yo quisiera, pero como no se me da la gana de regalarle a usted lo que a mí me pertenece, entonces comenzaré a trabajar. 

—ese hombre se me ha quedado viendo con furia, pero a mí no me importa, porque ahora ya no me pienso dejar humillar por él ni por nadie. —Supongo que mi apellido no lo sabe, porque cuando estábamos en el instituto, nunca me lo preguntó, él solo me conoció por Ángela. 

—Trabajaré junto a este hombre, pero que ni crea que yo voy a ser su borrega, si yo quiero haré las cosas que él me ordene, y si no, pues que se joda. Total, si me despide será mucho mejor para mí porque no tendré que pagar por ninguna estúpida cláusula de ese contrato.

MARIO JOSÉ

La nueva empleada me recuerda a una chica del instituto, a la cual le hice mucho daño, pero que al final yo también terminé dañado porque me enamoré de ella. 

Pero no se lo hice saber por miedo al qué dirán los demás, al ver que yo, el chico guapo, apuesto e inalcanzable, estaba enamorado de la chica más fea y mal arreglada del instituto, claro que para mí, ella es la nena más hermosa que mis ojos hayan visto, pero lástima que no me di cuenta a tiempo, o quizá fui un cobarde al no reconocerlo en ese momento.

La hice mía, ella fue toda mía, porque yo fui el dueño de su virginidad. Ella vestía muy raro y no se le notaba su figura, pero cuando se entregó a mí, me di cuenta de que detrás de ese disfraz tan horrible que ella usaba, se escondía la chica más linda del universo, tenía un cuerpo perfecto, el mismo con el cual yo había soñado en muchas ocasiones.

Flashback

— Ángela, ¿por qué te vistes de esa forma? —le pregunté minutos después de que habíamos hecho el amor.

— Lo hago porque me da pena vestir provocativa como las otras chicas, yo soy muy tímida y pienso que se van a reír de mi cuerpo y de mi cabello.

— Pero si te da pena tu color de cabello, entonces no entiendo para qué te lo tiñes de ese color, aunque déjame decirte que te queda superbién y contrasta de maravilla con tu piel clara.

— Muchas gracias por tu halago, me alegra escucharlo de tu boca. Pero, yo no me lo he pintado nunca, este es mi tono natural. 

—me respondió ella con una sonrisa tímida, una sonrisa que a estas alturas ya me estaba volviendo loco, y sí, yo sé que solo se trata de una apuesta, pero como todas las tardes he compartido tiempo con ella, para ser específicos un mes casi por completo llevamos hablando y saliendo a la playa. 

No sé en qué momento es que comencé a verla con ojos diferentes, con ojos de enamorado, y por esa razón es que una semana antes de cumplir el mes, yo le pedí a mis amigos que me levantaran el castigo.

Lo hice porque si yo seguía con ella, pronto se darían cuenta de que me había enamorado y se burlarían de mí.

No lo voy a negar, me dolió el alma cuando ella me enfrentó para que le dijera la verdad sobre lo que mi exnovia le había comentado, tuve que decirle que lo que le habían dicho era totalmente cierto, ella solo formó parte de un juego.

Ella apenas tenía cumplidos los dieciocho años, según me comentó, y yo ya rondaba los veintitrés años de edad, pero ella era como una niña, inocente, hermosa, además muy bajita.

Fin del flashback

La chica que ha entrado a trabajar este día, tiene el mismo color de cabello que mi Ángela tenía. 

Pero esta chica es más alta y un poco más rellenita, aunque tenga un fuerte parecido a mi amor de memoria, no creo que sea ella, tendré que sacarme de la cabeza esa idea de que algún día ella aparecerá.

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