Capítulo 4

Actualidad…

— Señorita Hernández, reserve dos boletos de avión, mañana usted y yo nos vamos de viaje fuera del país. —Me pide y a la vez me informa mi jefe, un señor tan arrogante que en ocasiones no lo soporto.

— ¿Es necesario que yo vaya también, señor?

— Por supuesto que debes acompañarme, para eso eres mi mano derecha, ¿no crees?, y de paso puedes ser mi amante también. —Propuso el hombre cara de tacuache come gallinas, se acerca a mí e intenta tocar mis pechos con su asquerosa mano. No es la primera vez que recibo acoso por parte de él, pero como necesito el dinero he tenido que aguantarme, claro que nunca me he dejado tocar, pero sus palabras asquerosas siempre están presentes. Pero hoy debo de ponerle un alto, esto no debe seguir ocurriendo, puede ser que llegue un momento en que él se quiera propasar conmigo y no lo pueda detener, ahorita estoy a tiempo de evitar que eso suceda y lo haré.

— Lo lamento, señor Ramírez, pero temo que no lo podré acompañar en ese viaje.

— ¿Por qué no?.

— Porque en este momento yo renuncio a su empresa.

— No puedes renunciar, tú eres el cerebro de mi empresa, sin ti no somos nada y nos iremos a la quiebra en pocos días. Además, sabes muy bien que no puedes dimitir de un día para otro para que puedas gozar del dinero que te corresponde, por ley debes de avisar como mínimo catorce días antes tu retiro.

— Si no me quiere pagar no lo haga, señor, pero yo en este momento renuncio, sea como sea.

Tomé mi bolso y salí de la empresa, esa misma empresa que me acogió cuando llegué a este país, esa misma empresa que confió en mi potencial de conocimiento para los números y por eso me ascendieron a vicepresidenta ejecutiva.

— ¿Y ahora como voy a hacer sin un trabajo? —Me pregunto mientras voy caminando hacia el supermercado a comprar algunas cosas que me hacen falta en la despensa.

Cuando regresé a la casa le hice una videollamada a mi amigo Ariel, a pesar de los años que han pasado, él sigue siendo leal a mi persona. Le comenté que había renunciado a mi trabajo por el acoso que en varias ocasiones sufrí.

— Ay amiga, pues te cuento que estás de suerte, porque hace unos minutos estuve hablando con mi novio y me comentó que en la empresa de su futuro cuñado necesitan una asistente de presidencia, tú tienes mucha experiencia en ello, ahí está tu oportunidad.

— Pero la empresa donde tu novio trabaja, está en ese país al cual no deseo regresar nunca en mi vida.

— Eso no importa amiga, te garantizo que con regresar no te encontrarás con el idiota que te llevó al cielo y te dejó caer desde lo alto.

— Aaah, eres muy gracioso. —Ella lo dijo con sarcasmo.

— Dime si estás dispuesta a movilizar tu lindo trasero hasta aquí, para yo llamarle ahorita mismo a él y que te recomiende. Desde ya, te aseguro que ese puesto es tuyo gracias a tu amplia experiencia.

— Está bien, háblale de mi situación a tu novio y él que te diga cuándo puedo ir a entregar mi hoja de vida.

— Perfecto, amiga, yo estoy cien por ciento seguro de que muy pronto te tendré por aquí.

Media hora más tarde…

Ariel le informó a su amiga Ángela, que se tiene que presentar al día siguiente a la “Multinacional Canahuatti”, y que se lleve todos sus documentos en regla porque a las dos de la tarde será atendida por el propio CEO de la empresa por ser un puesto que requiere de mucha confianza y lealtad.

— Gracias Ariel, eres y siempre serás mi gran amigo.

Ángela preparó los documentos que necesitará mañana, porque tiene que viajar esta misma tarde porque esa empresa queda en su país natal, Honduras.

En horas de la madrugada llegó a su país, allí en el aeropuerto la está esperando el novio de su amigo, pues él no pudo venir porque ha salido fuera de la ciudad.

Ella se fue a la casa de su madrina y le llegó por sorpresa, su familiar la recibió con los brazos abiertos y hasta lloró por la emoción de volver a verla después de siete largos años.

La hora cero llegó, ya son las dos de la tarde y Ángela ya está en la planta baja de la empresa, desde allí le hizo una llamada al chico y este le dijo que pasara directamente a la planta cuatro, ya que el director le dio la orden para que él la atienda porque él tuvo que salir de la empresa, pero lo dejó de encargado para este caso.

El CEO de la empresa, antes de salir a una reunión de emergencia, le comunicó al chico que cuando llegara la persona que él mismo le recomendó para el puesto de asistente de presidencia, que de inmediato la haga firmar su contrato y que la cite para mañana a primera hora para que comience a trabajar.

Ángela se puso muy contenta cuando el joven le dio la noticia, y más cuando él le dijo que en su casa hay espacio para que ella se instale por el tiempo que estime conveniente, ya que su casa cuenta con tres habitaciones y por el momento solo la habitación principal está ocupada por él.

Ella aceptó mudarse para donde él, porque su madrina vive en otra ciudad y le da pena estar de arrimada nuevamente, aunque ahora sí le podrá pagar un tipo de alquiler, pero conoce bien a la señora y sabe que no lo aceptará.

La chica se regresó para donde su madrina y le comentó sobre su nuevo empleo, el hijo de la señora, se ofreció en ir a dejarla por la noche a la casa donde se va a hospedar.

— Gracias Arturo, y disculpa las molestias, en media hora estaré lista para que nos vayamos. —Ella está muy agradecida por el apoyo que todos le están brindando.

Los chicos se marcharon a la empresa para iniciar el día, enfrascados en el trabajo.

— Hoy te presentaré con nuestro jefe, Ángela, él casi siempre es un desalmado con sus empleados, pero solo es de hacer caso omiso a sus palabras y asunto arreglado. —Te comento que conmigo es buena onda porque es mi cuñado, él está comprometido con mi media hermana.

— Gracias por tu ayuda, es mucho lo que estás haciendo por mí. 

— Mira, esta es la oficina de presidencia, y esta que está al frente será tu oficina. Por favor ve a instalarte por mientras llega el jefe, yo ahora voy por un café y regreso para presentarlos.

Minutos después se escuchó como la puerta de la oficina principal se abrió. —¡Dios mío! ¿Será el jefe que viene ya? —comentó la chica y los nervios se hicieron presente.

— Señorita, haga el favor de venir a mi oficina en menos de treinta segundos. —ordenó una voz fuerte por el teléfono principal.

Ángela tomó su lápiz tinta y su libreta de apuntes y de inmediato se dirigió a la otra oficina.

—¿Tú, mi jefe? —Expresó de mal gusto la chica cuando vio a la persona sentada detrás del escritorio.

— Al parecer ya no me recuerda este desgraciado, porque se me ha quedado viendo como si yo estuviese loca. Pero yo sí lo recuerdo a él, y tengo muy presente el día que me humilló. —Ella comentó en su mente. 

— Yo tengo que renunciar, no puedo trabajar junto al canalla que me hizo sentir como una m****a en el pasado.

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