William llegó a la gran mansión, para encontrarse con Adriano sentado en medio de la sala con una enorme botella de whisky en sus manos. Adriano tenía la mirada perdida, definitivamente a pesar de que quisiera tener el control de todo, no todas las veces lo podía tener.
—Señor, pensé que estaba usted en la oficina, me hubiera dicho que estaba aquí y hubiese llegado más antes —le habló William sacando de sus pensamientos a Adriano quien lo miró algo confuso.
Adriano, solo tiene metida a Rebeca en su cabeza, era lo único que últimamente le atormentaba, y más porque ahora se le había convertido en un reto. Se despertaba y la tenía en su mente, se acostaba y no podía dormir por imaginarla a su lado, algo que no le había pasado nunca en su vida y eso ahora lo estaba atormentando completamente, porque era imposible que las cosas se le fueran a salir de control solo por ella.
—Simplemente no tuve ganas de verle la cara de ogro de Oliver, hoy no tuve ganas de discutir, quise tomarme un respir