Capítulo 50 —La tina
Narrador:
El coche atravesó la enorme verja de hierro forjado y se adentró en el camino de grava que conducía a la casa de campo. A pesar de la oscuridad, Nadia pudo distinguir los extensos terrenos verdes que se extendían a ambos lados del camino, iluminados por las luces tenues del jardín. La casa en sí era una construcción imponente de piedra y madera, con un aire rústico pero elegante.
Cuando Massimo detuvo el coche frente a la entrada principal, la puerta se abrió de inmediato. Un matrimonio de avanzada edad salió al porche con sonrisas cálidas y expectantes.
—¡Massimo, bambino! —exclamó la mujer, bajando rápidamente los escalones para recibirlo con los brazos abiertos.
Massimo salió del coche y, sin perder tiempo, abrazó a la mujer con un gesto afectuoso.
—Caterina, cuánto tiempo.
—Demasiado tiempo —se quejó la mujer, golpeándole suavemente el brazo antes de separarse —¡Mírate, cada vez más apuesto! Pero más delgado… ¿Estás comiendo bien?
Massimo soltó una