Capítulo 46 —¿Qué tipo de anillo crees que le gustaría?Narrador:El amanecer filtraba una luz dorada por las cortinas, llenando la habitación con un resplandor cálido y tenue. Nadia se despertó primero, sintiendo el calor firme y reconfortante del cuerpo de Massimo envolviéndola. Su brazo pesado la sujetaba con fuerza contra su pecho desnudo, y su respiración pausada contra su cabello la hizo sonreír.Lo observó en la penumbra de la habitación, su mandíbula relajada, sus labios entreabiertos, su rostro sereno en el sueño. Era hermoso, imponente, perfecto y lo deseaba.Con un atrevimiento que nunca antes había tenido, se subió lentamente sobre él, apoyando las rodillas a cada lado de su cuerpo. Se inclinó y besó su cuello, su mandíbula, sus labios con hambre, con deseo puro.Massimo gruñó bajo en su garganta y despertó con un gemido ronco. Sus manos fueron directo a su cintura, sujetándola con fuerza, pero en cuanto sintió su erección presionando contra la entrepierna de Nadia, se ten
Capítulo 47 —Cansada.Narrador:Nadia había ordenado su apartamento antes de que Angelina llegara. No quería que su amiga creyera que estaba viviendo en una jaula de oro. Aunque, en cierto modo, lo estaba.Cuando Angelina entró, su expresión lo dijo todo.—Nadia… Esto es… jodidamente lujoso.Nadia rió, tomando su mano y llevándola a recorrer el espacio.—No exageres. Es solo un buen apartamento.—Un buen apartamento las pelotas. ¿Sabes cuántos meses tendría que trabajar para pagar un mes de alquiler en un lugar como este?—No me hagas cuentas, Angie —se quejó Nadia, riendo —Anda, siéntate, te haré café.Se acomodaron en el sofá, con tazas humeantes en las manos. Angelina no tardó en soltar la pregunta que estaba esperando.—¿Y? ¿Cómo van las cosas con El Magnifico?Nadia casi escupe el café.—¿Qué?—Massimo. ¿Cómo va la relación?—Bien…—“Bien” es una respuesta de alguien que está ocultando cosas.Nadia suspiró. No podía contarle la verdad, pero tampoco quería mentirle descaradamente.
Capítulo 48 —Y siguen lo sestremecimientosNarrador:El sol apenas comenzaba a teñir el cielo cuando Massimo llegó a recoger a Nadia.Ella subió al coche con una sudadera holgada y jeans ajustados que delineaban sus curvas sin esfuerzo. Massimo la miró de reojo mientras se acomodaba en el asiento, sintiendo una mal*dita necesidad de sacarle esa sudadera con los dientes.—Buenos días —murmuró ella.—Buenos días, pequeña. —Le sostuvo la mirada con intensidad —¿Dormiste bien?Nadia sintió un escalofrío ante el tono de su voz, como si ocultara un doble significado.—Sí.—Lástima.—¿Por qué lástima?Massimo sonrió y puso el coche en marcha.—Porque si no hubieras dormido bien, habría buscado la forma de agotarte antes del viaje.Nadia abrió los ojos de par en par, su pecho subiendo y bajando más rápido.—Eres un mal*dito.—Y tú me adoras.El camino comenzó en un silencio tenso.Nadia no dejaba de mirarlo de reojo, como si esperara que en cualquier momento él hiciera algo que rompiera su ya
Capítulo 49 —Al final del día soy un hombreNarrador:El viaje de vuelta fue silencioso al principio. La radio encendida llenaba el coche con una melodía suave, pero no bastaba para aliviar la tensión que vibraba entre ellos. Nadia miraba por la ventanilla, intentando procesar todo lo que había sucedido en la universidad, pero su mente no dejaba de volver a una sola cosa: Massimo pagó su matrícula sin consultarle.No podía aceptarlo.—Yo puedo pagar mi universidad —murmuró, rompiendo el silencio.Massimo exhaló con impaciencia y, sin apartar la vista de la carretera, le respondió con firmeza.—No quiero que lo hagas.Nadia giró la cabeza para mirarlo, con el ceño fruncido.—¿Por qué te importa tanto lo que haga con mi dinero?—Porque quiero que lo guardes —dijo sin dudar —No quiero que gastes ni un centavo de lo que te doy. Es tu seguro para cuando todo esto termine.Nadia sintió cómo su estómago se encogía de golpe. “Para cuando todo esto termine”Lo sabía, era parte del acuerdo, pe
Capítulo 50 —La tinaNarrador: El coche atravesó la enorme verja de hierro forjado y se adentró en el camino de grava que conducía a la casa de campo. A pesar de la oscuridad, Nadia pudo distinguir los extensos terrenos verdes que se extendían a ambos lados del camino, iluminados por las luces tenues del jardín. La casa en sí era una construcción imponente de piedra y madera, con un aire rústico pero elegante.Cuando Massimo detuvo el coche frente a la entrada principal, la puerta se abrió de inmediato. Un matrimonio de avanzada edad salió al porche con sonrisas cálidas y expectantes.—¡Massimo, bambino! —exclamó la mujer, bajando rápidamente los escalones para recibirlo con los brazos abiertos.Massimo salió del coche y, sin perder tiempo, abrazó a la mujer con un gesto afectuoso.—Caterina, cuánto tiempo.—Demasiado tiempo —se quejó la mujer, golpeándole suavemente el brazo antes de separarse —¡Mírate, cada vez más apuesto! Pero más delgado… ¿Estás comiendo bien?Massimo soltó una
Capítulo 51 —El primer besoNarrador:Nadia despertó sintiendo el cálido abrazo de las sábanas envolviéndola. Se estiró perezosamente, disfrutando de la sensación de descanso absoluto. Había dormido como nunca.Giró sobre su costado con una pequeña sonrisa, esperando encontrar a Massimo aún en la cama, pero al tocar el lado contrario solo sintió la frialdad de la sábana.Abrió los ojos con lentitud, parpadeando ante la luz tenue que se filtraba por la ventana. Se incorporó despacio, observando la habitación. La chaqueta de Massimo seguía en la butaca, pero él no estaba.Se vistió con ropa cómoda y bajó las escaleras en silencio, siguiendo un aroma inconfundible que la llevó directo a la cocina.—Lo que
Capítulo 52 —Si sigues viniéndote así...Narrador: Nadia sintió la áspera corteza del árbol contra su espalda cuando Massimo la recostó suavemente contra el tronco. Sus manos la sujetaban con firmeza por la cintura, sin presionarla, pero sin permitirle escapar tampoco.—Vamos, pequeña —murmuró con esa voz grave que le deshacía las piernas —Ella desvió la mirada, sintiendo que su corazón latía con una violencia insoportable.—No quiero.Massimo deslizó los dedos por su brazo, dejando un rastro de calor en su piel.—¿Por qué?—Porque ya lo sabes.—Pero quiero escucharlo de ti. —Nadia apretó los labios y movió la cabeza en un gesto de negación. Massimo sonrió con suavidad y se inclinó un poco más hacia ella, tan cerca que su aliento le acarició la mejilla. —Está bien, haré algo por ti… —susurró —Cierra los ojos.Ella parpadeó, confundida.—¿Qué?—Cierra los ojos y háblame como si estuvieras contándoselo a otra persona. Como si no fuera yo quien está aquí.Nadia tragó saliva.—Eso no tie
Capítulo 53 —La marca de su manoNarrador:El aire seguía impregnado de deseo, de rabia contenida, de algo que no deberían estar sintiendo. Nadia apenas podía sostenerse en pie después de lo que había pasado. Su cuerpo aún temblaba, sus piernas se sentían de gelatina y su respiración seguía errática.Massimo, en cambio, la miraba como si acabara de ganar una batalla. Su mirada oscura era fuego puro, un infierno que la consumía cada vez que la tocaba, cada vez que le susurraba al oído y hacía que su cuerpo respondiera sin su permiso.Nadia aún tenía los labios hinchados por sus besos, la piel erizada por la forma en que la había poseído sin siquiera haberla penetrado. Se sentía avergonzada, vulnerable, completamente desarmada. Había sentido tantas cosas en tan poco tiempo que apenas podía procesarlo.Y él, el bastardo, seguía viéndola con esa media sonrisa satisfecha, con esa mirada de hombre que sabía exactamente lo que le había hecho.—Eres un hijo de pu*ta —escupió ella, con la voz