Capítulo 258
—Claro, primo.

—Luciana, vámonos.

Juan abrió la puerta del auto, y Luciana subió. En pocos minutos, el vehículo arrancó y desapareció en la carretera.

La partida de Luciana fue un alivio visible para Mónica. Mientras Alejandro no estuviera con ella, todo estaba bajo control.

Luego, Alejandro acompañó a Ricardo, Clara y Mónica al auto y se aseguró de que subieran.

—Maneja con cuidado —indicó al conductor—. Llámame cuando llegues para confirmarme que todo está bien.

—No se preocupe, señor Guzmán.

El vehículo se alejó, llevándose a la familia Herrera, pero el semblante de Alejandro cambió tan pronto se quedaron solos.

Con un gesto rápido, abrió la puerta de su propio auto y subió con una expresión sombría.

—Conduce.

La orden fue corta y directa, su tono tan frío como la oscuridad antes del amanecer.

En el auto, junto a él, iba Simón, su primo.

—Llama a tu hermano y dile que se detenga en algún lugar.

—¿Qué?

Simón, sorprendido, apenas entendió lo que acababa de escuchar.

—Dile que se deten
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