CAPÍTULO 22

Aidan se dio la vuelta con pereza y sintió un empujón en la espalda que lo llevó a dar de bruces en el suelo, levantándose al instante.

—¡Suficiente! ¡En esta cama no cabemos los dos! —declaró levantando el índice.

«¿Y?», gruñó Akela con un brillo malvado en los ojos.

—¡Y… me voy a dormir al sofá! —rezongó el lycan dirigiéndose a la puerta mientras escuchaba a su lobo hacer un sonido casi parecido a una risa.

«Esa es una sabia decisión», escuchó decir a Raksha y la acarició levemente mientras la loba pasaba a su lado y de un salto trepaba a la cama, haciendo que su enorme cabeza descansara sobre Akela.

Aidan se dejó caer en el sofá, mirando al techo con una sonrisa. Habían pasado dos días des

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