Me levanté y caminé hacia la piscina. Daniel me siguió. –Me siento mal por ella.
- ¿Y qué crees que puedes hacer?
-No lo sé, pero creo que está demasiado triste y temo que haga algo de lo que después se pueda arrepentir.
- ¿Por qué crees eso?
-Por la forma en como me hablo el día que me conto las sospechas sobre la infidelidad de su esposo.
-Pues creo que no deberías de interferir en esa relación. Cada quien sabe cómo manejar a su pareja.
-Si, tal vez tengas razón, pero quiero apoyarla.
- ¿Y cómo se llama tu amiga?
-Tifani.
En ese momento su actitud cambió repentinamente, se alteró; pero, nuevamente sonó mi teléfono.
-Ti, ¿qué sucede? –Pregunté mirando a Daniel, quien alistaba sus cosas para irse.