NARRADOR.

El sol empezaba a salir por el horizonte en el momento en que Elías tocó suavemente la puerta de la habitación, se había levantado antes como de costumbre y preparo una sorpresa para ella. Carolina, aún medio dormida, abrió los ojos al escuchar su voz desde el otro lado.

—Prepárate, tenemos un viaje por hacer. Traje algo para ti —dijo con calma.

Ella se sentó, un poco confundida al principio, pero al ver el vestido negro simple pero elegante, los tacones cómodos y la chaqueta que él había dejado sobre la silla, se dio cuenta de que no se trataba de una salida normal.

—¿A dónde vamos? Pregunto al encontrarlo parado en la habitación terminado de vestirse.

—A Nueva York. Solo por unas horas, antes de irnos a España.

Carolina parpadeó. ¿A Nueva York? ¿Así, de repente? No entendía por qué, aunque no hizo preguntas. Se vistió en silencio y, por primera vez en mucho tiempo, no sintió miedo al salir de un lugar desconocido. Tal vez era por la presencia de Elías o por cómo él sostení