ARIELLE LBLANK.
Las semanas pasaron convirtiéndose en meses, dos meses habían transcurrido, Gabrielle había quitado todo lo que le recordaba a su novia ya casi olvidada. Arielle y Gabrielle vivían su aventura amorosa a plenitud, cada noche se entregaban a sus deseos de tenerse y sentirse, compartían su día a día y trabajaban juntos para mantener la hacienda.
Gabrielle seguía en la reconstrucción de la cabaña en tiempos libres junto a Franco y volvía a la hacienda.
Esa mañana Arielle había decidido ir de compras al pueblo.
-Cariño, voy al pueblo para arreglar lo de mis tarjetas de crédito, necesito algunas cosas. -ella le informó a Gabrielle, él se acercó la tomó por la cintura y ella se abrazó a su cuello.
-Cariño mío, eres mi mujer, y por lo lógico sería que uses mis tarjetas.
-No puedo hacer eso. -respondió entre risas mientras el besaba y mordía su cuello.
-¿Por qué no? Si lo quiero compartir todo, hasta mi vida entera contigo.
Arielle lo miró, acunó su rostro entre sus manos y vio