La mansión de Daniel se encontraba en el epicentro de una tormenta que se avecinaba, con peligros acechando desde todas las direcciones.
Daniel, ajeno a la inminente convergencia de amenazas, seguía reforzando las defensas y manteniendo la seguridad de Luz y su futuro hijo como prioridad absoluta. Sin embargo, los informes de actividades sospechosas y movimientos inusuales en la región comenzaron a inquietarlo.
—Algo grande está por suceder," dijo Daniel a Simón e Ibrahím durante una reunión de seguridad. —Debemos estar preparados para cualquier eventualidad. Cristian no se quedará quieto después de su fracaso, y Manuel... siempre está tramando algo."
Simón asintió, con una expresión seria. —Doblaremos la vigilancia y aseguraremos todas las entradas. No permitiremos que nos sorprendan."
Ibrahím, siempre alerta, añadió: —Estaremos listos, Daniel. Nadie atravesará nuestras defensas sin una lucha."
Daniel, siempre atento a los detalles, comenzó a notar comportamientos sospechosos en Beto