—Pablo estaba preocupada, ¿Sebasthian cómo está? —preguntó Elena a Pablo, aunque Bernhard le había dicho que no se preocupara que ellos eran hermanos y siempre habían estado uno para el otro, ella solo quería que llegaran sanos y salvos.
—Hola nena, mi amada y adorada esposa siempre preocupada.
Pablo la besó, se quitó la ropa y entró a bañarse, Elena lo siguió al baño, desde la regadera le contestó.
—Está bien nena, solo está borracho y con el corazón roto, se pondrá bien.
—Me siento culpable.
Pablo abrió la puerta de la ducha y sacó la cabeza mirando a Elena a la cara, tenía sus lentes de montura y los ojos hinchados.
— ¿Por qué te sentirías culpable? Tú no hiciste nada.
—Sebasthian tiene razón, no he sido su amiga, siempre he puesto a Brenda primero, aun sabiendo que sus planes son autodestructivos, fíjate ahora.
—Sería buen