Capítulo 178
Después de un momento, Fabiola recobró la conciencia y lo empujó con un tono de voz suave y coqueto: —Se me han dormido las piernas.

Benedicto retrocedió y la levantó en brazos: —Entonces volvamos a casa.

Fabiola observaba a Benedicto bajo la luz amarillenta de la farola.

El hombre tenía una mirada profunda y rasgos firmes, imposible de encontrarle un solo defecto.

Si ella hubiera conocido a Benedicto primero, seguramente se habría enamorado de él sin dudarlo.

Como hizo hace ocho años, entregándose sin remordimientos.

Pero ya no era la misma.

Ya no era la valiente chica de hace ocho años.

Acomodó su cabeza suavemente en el pecho de Benedicto y escuchó en silencio el fuerte latido de su corazón, sin querer pensar en el futuro.

Al menos, este momento era real.

Fabiola había bebido y se quedó dormida al llegar a casa.

Benedicto la llevó al dormitorio principal del segundo piso.

Al arroparla, la marca roja en su cuello ya se había desvanecido a un pequeño punto, pero el corazón de Benedict
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