Soltó una risita ronca y cogió algo del fondo.
—Toma—, colocando el bolso encima del mostrador, pero antes de que pudiera cogerlo, volvió a empujarlo juguetonamente hacia él. —No sirvo a gente que no sonríe. ¿Por qué frunces el ceño? Estás en un club, guapa. Sé un poco alegre.
—Cómo voy a estar alegre si el camarero se centra en el flirteo en vez de en sus clientes—. Resoplé, intentando quitarle el bolso, pero él lo levantó en alto y lo escondió detrás de sí.
—Oh, entonces déjame flirtear contigo. Debes estar buscando mi atención.
—Tsk, atención tu trasero—. Suelto un gruñido. —¿Puedes pasarme el bolso? — Este camarero me está molestando.
&mda