— Dorian... no. Para. No puedes estar considerando eso en serio.
— ¿Y por qué no?
— Porque no vas a encontrarla así. Vas a atraer a curiosas, interesadas, mentirosas... y la verdadera, si es inteligente, va a huir aún más.
— ¿Y si está esperando una oportunidad?
— Si estuviera esperando, ya habría aparecido.
Dorian guardó silencio. Miraba fijamente la superficie del escritorio, como si intentara encajar un rompecabezas invisible.
Cássio se inclinó hacia adelante.
— Escucha… tú mismo dijiste que se fue sin dejar rastro. No quería ser encontrada. Tal vez esa sea la respuesta.
— O tal vez solo tenga miedo de lo que pasará cuando la descubra.
— Y con razón, ¿no crees? — Cássio apoyó los brazos sobre la mesa. — Piensa como ella. Eres Dorian Villeneuve. Todo poderoso. Frío. Desconfiado. Del tipo que resuelve todo con dinero o control.
Dorian entrecerró los ojos, ofendido.
— Gracias por el cariño.
— Lo digo en serio. ¿Ya pensaste que, si sabe que la estás buscando, lo primero que hará será c