Laura, al escuchar las palabras de Ámbar, se quedó sorprendida, ya que nunca se imaginó que Alejandro se atreviera a contarle la verdad. Eso empeoraría aún más su situación. Ámbar por su parte mantenía la mirada fija en ella, disfrutando de su desesperación y de cómo se iba a poner cuando se enterara de la tragedia de Javier.
Trató de persuadir a Ámbar, haciéndole creer que no sabía de qué estaba hablando:
—¿Qué estás diciendo? No comprendo a qué te refieres con esa locura.
Ámbar la miró con una sonrisa llena de malicia, cerró la puerta y se acercó a Laura, mirándola fijamente con una mirada que la intimidaba:
—Ya no tienes que seguir fingiendo conmigo, Laura. El juego se acabó. Ya estoy enterada de todo lo que pasó entre mi hijo Alejandro y tú.
A Laura no le salían las palabras; se quedó impactada. Inmediatamente sintió un fuerte temor de que, en cualquier momento, Javier entrara a la habitación y encontrara a Ámbar allí. Su estado de nervios la invadió y sus manos comenzaron