El doctor Castillo, alegre por la actitud de Gabriela, porque al fin tendría una foto donde saldrían las dos juntas después de muchos años, le dijo a Daniela.
— ¡Dani, ven acércate para la selfie!
Daniela, al ver la expresión contenta de su padre, decidió complacerlo y se acercó a ellos abrazando a su padre. Gabriela sacó su celular de su bolso en la mesa, ella puso el celular en una posición para tomarse una foto donde salían los tres y exclamó—. ¡Sonrían!
Los tres sonrieron y luego volvieron a sus puestos.
Su padre le dijo a Gabriela.
—Hija, envíame la foto.
— Si papi—dijo Gabriela, tecleando como maniaca en la pantalla de su teléfono.
— ¿Daniela? ¿Cuáles es tu correo o número de teléfono?
—No tengo —dijo Daniela, sentándose junto a su padre. Si, tenía, pero ella no se los daría.
Gabriela arqueó una ceja y se rio.
—Debí imaginarlo, que no me los facilitarías —dijo y sentó, luego les dijo con tono arrogante. —Espero que no les importe que haya hecho el pedido. Pero ustedes no están a