—En realidad es una celebración doble —tomó un trago de su ginebra—. La primera parte de mi libro que dejé abandonado hace dos años encontró una cálida y sorprendente aprobación de los editores, así que estoy terminando el resto a toda prisa, antes de empezar mi nuevo trabajo.
— ¡Felicidades! —los ojos de Daniela resplandecieron—. ¡Es una noticia estupenda, Juan!
Los ojos de él, se iluminaron con repentino calor y se inclinó para tomar la mano de Daniela.
—Daniela… —se interrumpió, sofocando una maldición, mientras colocaban los menús frente a ellos. El momento pasó y empezaron a discutir qué iban a cenar. Daniela estaba francamente hambrienta.
—No he comido mucho el día de hoy.
—Pues, escoge lo que quieras —declaró, divertido—. Si ese vestido te lo permite.
— ¿Crees que está muy ceñido?
—Solo en lo concerniente a mi presión sanguínea —comentó mirándola con deseo y se dedicó a estudiar el menú. Daniela expresó su deseo de comer algo típico.
—Sin embargo, no demasiado ave