~Alana~
Selló aquellas palabras con un beso posesivo, ardiente y furioso; lo había provocado, y aquí estaba reclamándome ante ello.
Dejó mis labios hinchados, ardiendo por su ataque, para comenzar a descender lentamente hacia mi cuello.
Mis manos buscaban aferrarse a algo más que no fuera la pared fría. Tomé su camisa, sintiendo sus músculos tensos y su respiración agitada como la mía.
Gemí al sentir su boca reclamar ese punto sensible, uno que arde con más fuerza bajo el tacto de quien ya lo ha marcado.
Cierro los ojos, dejando que su calor me envuelva, que sus besos y sus caricias tengan el mando de mi cuerpo.
El cierre de mi vestido fue abierto, no con violencia, sino con una lentitud que me estaba desarmando.
Sus dedos suaves tocaron la piel desnuda de mi espalda, su aliento rozando el mío mientras dibujaba con ellos cada cicatriz que marcaba mi piel.
—Eres perfecta—susurró, dejando que por fin la tela se deslizara sobre mi cuerpo hasta caer desordenada a mis pies.
El del