¡No se puede dejar semejante carga en manos de César!
¿Así cómo va a tener esta familia una oportunidad de levantarse?
Todos miraron a Biondi.
Él, frente a todos, volvió a abrir el documento, revisando el testamento con cuidado, y levantó la vista diciendo con tono serio:
—El testamento está correcto, son los tataranietos.
César también estaba confundido. ¿Qué intención tenía su abuelo con esto?
La gente a su alrededor murmuraba:
—¿Será Andi? El otro día el presidente siempre llevaba al niño a la empresa a jugar.
Alguien asintió: —Sí, tiene toda la pinta de ser así.
De la misma forma, la facción de Flavio también pensó en Andi. Miraron a Flavio, sugiriendo con la mirada.
Flavio recordó y, con rabia, dijo en voz alta:
—Solo los descendientes que hayan conocido a los ancianos y hayan recibido el reconocimiento oficial de la familia Balan pueden heredar.
No hacía falta decir más, lo que implicaba que el hijo negado de César no había sido reconocido por la familia Balan, así que no tenía d