El eco del diario de Camila se extendió como fuego entre hojas secas. Las plataformas independientes lo compartieron sin parar, los lectores empezaron a vincular fragmentos con eventos históricos reales, y algunos periodistas se atrevieron a profundizar en lo que antes era un susurro: una red poderosa dedicada a manipular el pasado.
Luciana y Alexander volvieron a estar en el centro del huracán. Esta vez, como portadores de una verdad peligrosa.
Roberto llegó al apartamento con rostro serio y una carpeta gruesa bajo el brazo.
—Encontramos algo. Pero no les va a gustar.
Extendió sobre la mesa un mapa lleno de hilos y notas. En el centro, una palabra escrita con tinta roja:
NEMESIA.
—Así se hace llamar la red. Está conformada por exmilitares, políticos, abogados y empresarios que han manipulado durante décadas archivos, documentos históricos, e incluso biografías completas.
Luciana lo miró, incrédula.
—¿Estás diciendo que todo esto… no fue por Elena, ni por Camila, ni por el libro… sino