Capítulo 41. Absolutamente perdida
Ámbar sintió como la corriente de deseo hacía arder su piel con cada una de las caricias de Marco. La suave brisa del balcón era agradable, y el silencio le otorgaba un aire de solitaria privacidad.
Deseaba que la tomara allí mismo, sobre el espléndido sillón color crema. Y él siempre parecía leer su mente.
La desvistió con lentitud, aumentando su expectación. Podía oler la sal de la excitación en la piel de Ámbar y sabía que la humedad se agolpaba en su tibia entrepierna.
Suavemente, bajo la brisa que acariciaba su piel desnuda, la fue acercando al sillón, besándola y rozando sus pliegues con los dedos, arrancándole gemidos, hasta que ella quedó acostada, su cuerpo tostado enmarcado por la tela clara. Era tan sensual y apetecible.
Bajo la atenta mirada de Ámbar, Marco se quitó la ropa por completo, exhibiendo su perfecto cuerpo y su imponente hombría. Ella se mordió el labio inferior con deseo.
El hombre se sonrió con picardía, adivinando sus pensamientos.
-¿Qué quieres hacer, Ám